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En los últimos 10 años ha habido un incremento en la legislación relativa al matrimonio de emigrantes en Europa. Tal atención revela diversas preocupaciones y ansiedades en las que se cruzan no sólo las cuestiones de gestión de riesgos, derechos y ciudadanía, sino también con dimensiones menos tangibles como las emociones, que se incrustan en lo legal, así como en las prácticas de vigilancia . Las emociones como el amor son parte integral de las instituciones, procedimientos, análisis y reflexiones, cálculos y tácticas que Foucault identifica como parte de los procesos gubernamenales, esta última no necesariamente debe ser equiparada con (y limitado a) los procesos tecnocráticos racionalizados separados de los componentes emocionales. Las tecnologías de amor son fundamentales para la gobernabilidad de la migración matrimonial, como modos de subjetivación y práctica gubernamental, conectando la intimidad con la ciudadanía. Más que la manifestación de la racionalización de una emoción específica, las tecnologías de amor permiten una exploración de lo que un compromiso con emociones como el amor hace a la gubernamentalidad. Ilustraciones del "requisito de apego " en Dinamarca, y el caso de " Catgate " en Gran Bretaña, muestran que las tecnologías de amor juegan un importante papel en la agitación y disciplinan los flujos de migración específica (qué tipo de migrantes por matrimonio del estado da la bienvenida y mantiene a raya), pero también en un reto, aunque sin darse cuenta , las políticas y prácticas diseñadas para medir las relaciones "reales" .